Hablar de inteligencia artificial en los procesos de transformación digital nos hace pensar en el paralelismo entre la inteligencia humana y la inteligencia de la máquina. La extrapolación nos obliga necesariamente a establecer el paralelismo entre el hombre y la máquina.
El individuo posee emociones, pensamientos y conductas que se van desarrollando durante su proceso vital.
La máquina se comporta de una determinada forma, diseñada para alcanzar los resultados esperados y puede ser más predecible que cualquier ser humano.
Sin embargo, podemos establecer altas probabilidades de conductas, ante determinados contextos, basándonos en rasgos y/o patrones de personalidad.
Descubrimos como el ser humano aprende y procesa la información, pero ir más allá es analizar como utiliza este la información adquirida y como interactúa con ella en contextos diferentes. El objetivo siempre es resolver problemas o dicho de otro modo, buscar la mayor satisfacción en sintonía con su realidad.