Hemos pasado varios años escuchando: “Hay que salir de la caja”, “Hay que innovar”, “Hay que dejar la zona de confort”, “Nos falta tiempo”, “Implementemos home office”, “Migremos al mundo digital”, “Apostemos por el comercio electrónico”, “Implementemos Big Data”, “Optimicemos procesos”, “Necesitamos equipos con nuevas competencias”, “Queremos equipos que apuesten por la innovación”, “Necesitamos reinventarnos”, “Queremos líderes que inspiren”, …
¡Pero nada nuevo durante años!
Recordarlo hoy, y en este contexto, me hace pensar que los humanos establecemos relaciones causales, en base a asociaciones circunstanciales, pero jamás carente de lógica.
No es un pensamiento mágico sino un pensamiento visionario, donde los vectores “tiempo” y “velocidad” consolidan a las grandes organizaciones y las preparan para “esa otra nueva etapa”, hoy llamada “nueva realidad”.
Sólo aquellas organizaciones que se han adelantado, de una forma acelerada y ancladas en la innovación tecnológica, serán las que permanecerán durante años.
La pandemia fomentó el aislamiento y como consecuencia, la necesidad imperiosa de la automatización. La automatización, como en muchas otras ocasiones, nos proporciona una mayor calidad de vida, pero desgraciadamente deteriora el sector servicios y como resultado deja a los trabajadores, menos calificados, expuestos al desempleo.